Así que estás ahí, en la cima de
esa montaña. Has llegado después de tanto trabajo y tal vez pensabas encontrar
algo nuevo allí arriba. Quizás las respuestas de esas preguntas que siempre te
has hecho (¿Qué se siente desde tan alto? ¿Qué se ve desde allá arriba?) o alguna persona en especial para
hacerte compañía. Bien, lo cierto es que no había nada de todo eso, pero si que
estaba una cosa más importante: un folio en blanco y un lápiz. Así que te has
sentado en una piedra, mirando durante un instante el paisaje que te rodea, respirando
el aire a plenos pulmones, sintiendo el calor del sol penetrar bajo la piel
hasta el hueso y,… lo has hecho. La única cosa que realmente podías hacer. Coger ese folio blanco y empezar
a llenarlo con palabras. Todas esas cosas que habrías querido hacer pero no has
podido, siempre te has bloqueado, quizás por timideza o bien por miedo. Si, miedo. Hay que ser valiente para admitirlo. Qué cosas o qué personas has escrito, sólo tú lo sabes.
También sabes que la cima no era
el objetivo, sino el punto de partida del siguiente viaje. Entonces te giras y ojeas la nueva aventura, el otro
lado respecto al que has ascendido. Cierras un momento los ojos sólo para
concentrarte más, los abres de nuevo y miras hacia abajo. Sonríes. Das unos
pasos hacia atrás, el suficiente para coger impulso y..¡saltas! Y te ríes porque esta vez has saltado
porque tú has querido, porque lo has logrado. Ríes porque esta vez has saltado
feliz de no tener paracaídas. Porque esta vez has saltado consciente de que
podrás disfrutar de la caída, pero más aún de la próxima escalada, cada vez un
poco más alto.
No, en realidad no has saltado.
Abres los ojos y estás en tu salón, iluminado por la luces de Navidad y las
velas. Cómodamente sentada en el sofá con tu manta de cuadros sobre las
piernas para protegerte del viento y la lluvia que suenan más allá del cristal. Sin embargo es como si realmente lo hubieras hecho. El siguiente paso es recuperar esa lista, esa que has guardado en los bolsillos, y luchar por ella hasta lograrla.
No, no porque quieras un premio al final, sabes que no habrá nadie arriba.
Seguirás todas esas líneas porque eres tú quién lo quiere y porque pase lo que
pase siempre estarás bien.
Porque finalmente es el momento
de salir y empezar a vivir. Conscientemente.
Comienza la aventura al otro lado de la primera cima.
To be continued...